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La Biblioteca UEMC entrega los premios de sus concursos del Día del Libro 2022

El certamen de Microrrelatos recibió 52 trabajos, el de Marcapáginas, 23 creaciones, y el de Narrativa Creativa, ocho textos 
La Universidad Europea Miguel de Cervantes ha acogido hoy el acto de entrega de los premios del IV Concursos de Marcapáginas, del X Concurso de Microrrelatos Día del Libro - VII Memorial María José Gil Cantarín, y del X Concurso Literario de Narrativa Creativa, organizados por la Biblioteca Universitaria de la UEMC. Los ganadores han sido seleccionados entre un total de 52 trabajos originales e inéditos, que no podían sobrepasar las 50 palabras, presentados al certamen bajo seudónimo, 8 relatos cortos y 23 marcapáginas

El primer premio del concurso de microrrelatos ha recaído en el profesor del Departamento de Ciencias de la Salud Andrés Tapia Belloso, por un trabajo titulado ‘Cuerdas', que ha hecho merecedor al ganador de una tarjeta regalo por valor de 100 €:

Cuerdas

- ¡No dudéis de vuestro ingenio, muchachos! ¡El mundo precisa de todas vuestras locas ideas!
- ¡Entusiasmo, tenacidad, valor… antiguamente lo llamaban locura!
Eso es lo que alcanzaron a decir las mujeres antes de que los celadores las bajasen de la mesa para darles la medicación y llevarlas a sus habitaciones.

El segundo premio ha sido para la profesora de la Facultad de Ciencias Sociales Cristina Gómez Cuesta, dotado con una tarjeta regalo por valor de 50 €, por su relato ‘Clandestina’

Clandestina

En el regazo de su ausencia se escondía su mayor secreto. Cada noche salía para ganarse la vida y volvía al amanecer. La niña dormía. Nadie se enteraba. Ella se rompía por dentro. 

El tercer premio del certamen ha recaído en esta edición en Sofía Patricia Remiseiro Rivas, estudiante del Grado en Criminología, al que corresponde una tarjeta regalo por valor de 30€:

Bomba

Quería tocar el cielo con las manos, pero le hicieron tocar el techo con los pies. 

El acto ha servido también para entregar el premio de la cuarta edición del Concurso de Marcapáginas “Día del Libro”, dotado con una tarjeta regalo por valor de 100€, que ha recaído en el estudiante del Grado en Publicidad y Relaciones Públicas Lucero Velázquez Segura, con “Paz y amor”. La finalista ha sido la profesora del Departamento de Enseñanzas Técnicas Laura Sordo con el diseño “Leer para no olvidar”.

Por último, se dieron a conocer los ganadores del X Concurso Literario de Narrativa Creativa, cuyo primer premio, , dotado con una tarjeta regalo por valor de 200 €, fue para el relato titulado “Tierra firme”, también de Sofía Patricia Remiseiro Rivas. El segundo premio, dotado con una tarjeta regalo por valor de 100 €, fue para el relato “El belloto”, de la estudiante del Grado en Nutrición Humana y Dietética Sandra Cañizares Barbat.

Tierra firme

Supo que aquella cáscara de nuez perdida bajo la tempestad no resistiría y cambió de estrategia, colocando a Ibrahim más cerca de su madre. Pensaba en todo lo que haría cuando consiguiese llegar a tierra firme, si es que esta vez lo lograba. 

Estaba esperanzado porque había conseguido atravesar el desierto sin desfallecer, venciendo todas las dudas y monstruos que le habían asaltado desde que había partido de su primera casa, su hogar, del que apenas conservaba recuerdos antes de que aquella bomba traicionera lo derrumbase por completo con la misma facilidad con que su tío lanzaba sobre la mesa la baraja de cartas.

Su tío… siempre empeñado en jugar con él a juegos de mesa. 

Recordó la noche en la que había decidido escapar del campo de refugiados, el miedo a fracasar, a tener que volver al principio sobornando al hombre malencarado que se había esfumado tras entregarle una documentación que luego resultó ser falsa. “Vaya personaje”, pensó “no sé cómo no me di cuenta del engaño”. 

 Después de aquello carreras, huidas, un nuevo refugio y ahora el mar aullando enfurecido mientras golpeaba la barca y la empujaba sin piedad hacia unas rocas cercanas que no recordaba haber visto antes.

El dueño de la barca se afanaba en ajustarse un chaleco salvavidas mientras maldecía con el puño en alto, hacia un cielo que decididamente se había vuelto sordo a sus súplicas. Sintió miedo, impotencia y rabia. Todos los ocupantes de la embarcación gritaban intentando mantener un equilibrio cada vez más precario cuando, en un intento por proteger a su hijo de los golpes contra la madera, la madre de Ibrahim cayó al agua. 

De pronto la oscuridad, la nada y el logo en la pantalla. 

La hermana pequeña de Miguel desenchufó la videoconsola como siempre hacía cuando quería provocarle para llamar su atención, pero esta vez él no la persiguió enfadado por todo el pasillo. Miraba absorto hacia el televisor oscuro que le devolvía su propio reflejo, el de sus libros, sus muñecos ordenados, el resto de los videojuegos de aventuras que tenía y el del gato Mimo durmiendo plácidamente sobre la cama. 
Ibrahim, el mar, la barca destrozada, la mujer cayendo… Por primera vez tomó conciencia de su vida, de las comodidades que le rodeaban, pero sobre todo de la historia que se estaba contando; sin mediar palabra se puso en pie y, ante la sorpresa de su hermana, la abrazó.  

En ese preciso instante, Miguel creció.